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Salud

Urticaria, una enfermedad que puede persistir por años

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Urticarias
Urticarias

La urticaria -enfermedad cutánea que se caracteriza por la aparición de ronchas o habones en distintas partes del cuerpo- origina numerosas consultas a los servicios de urgencia porque el picor muchas veces resulta intolerable, tanto por la mañana como por la noche, lo que entorpece la concentración, el rendimiento y el bienestar. En los casos crónicos y severos, el paciente incluso limita el tipo de vestimenta, las actividades sociales y su vida sexual.

La ronchas son de color más claro en el centro y algo más rojo en sus bordes. Esta patología presenta una alta prevalencia en la forma aguda y se estima que entre el 15 y el 24% de la población general lo sufrirá en algún momento de su vida. Las formas crónicas pueden afectar a entre el 3 y el 5% de la población general. Las ronchas varían en tamaño y aparecen y se desvanecen repetidamente a medida que la reacción sigue su curso.

Según la duración de los síntomas, esta enfermedad puede dividirse en dos formas de presentación: aguda que es cuando las ronchas duran menos de 6 semanas, y crónica, cuando los síntomas persisten más allá de ese tiempo, llegando a veces a durar meses e incluso años.

Se estima que, aproximadamente, la mitad de las urticarias crónicas duran menos de un año, aunque en el 11-15% persisten más de cinco años. Afecta a personas de cualquier edad y sexo, siendo más frecuente en mujeres.

Casi en la mitad de los pacientes, especialmente aquellos con formas crónicas, suele acompañarse en simultáneo de "angioedema", que es la hinchazón de lugares determinados tales como labios, párpados, lengua, genitales y extremidades. Ocasionalmente, puede afectar la laringe causando ronquera, estridor y disnea. Cuando el angioedema aparece sin ninguna manifestación de urticaria, debe investigarse otra situación diferente.
IMPACTO
Por la intensa picazón y por su aspecto, que obliga al rascado permanente, se genera la falsa creencia de que se trata de una enfermedad contagiosa, entonces se limitan las relaciones interpersonales, el tipo de vestimenta y el rendimiento escolar o laboral. Muchas personas con urticaria crónica suelen cancelar sus actividades sociales, incluso evitan ponerse traje de baño. Su vida sexual se ve severamente comprometida en casos crónicos y severos ya que se ve afectada su apariencia física por las ronchas y el angioedema, dañando así su autoestima.

Las causas son muy variadas. La tendencia fue asociar la urticaria a una alergia alimentaria, pero en base a múltiples estudios de la última década, las infecciones aparecen como causantes de manera frecuente.

En población infantil y en las formas agudas, las infecciones virales son los desencadenantes más comunes, luego alimentos y picaduras de insectos, reacciones medicamentosas o inmunológicas.

En los adultos suelen estar involucrados los medicamentos de manera más frecuente, como los anti-inflamatorios, pero también antibióticos y anti-hipertensivos.
Las parasitosis, trastornos de la glándula tiroides, algunas enfermedades sistémicas autoinmunes o malignas pueden presentar urticaria como un fenómeno asociado, sin ser la enfermedad principal.

Se pueden encontrar también factores físicos que la provocan, tales como el sol, el agua, el calor, el frío, la presión o fricción, o las vibraciones, y se denominan urticarias inducidas.
El estrés ha sido identificado como un factor desencadenante frecuentemente asociado a la urticaria pero no como única causa. El estrés puede empeorar el conjunto sintomático, pero a la vez los síntomas de la urticaria crónica generan estrés. Por eso, es de gran importancia tener recursos para manejar el estrés, tanto el externo como el que genera los síntomas de la propia enfermedad.
En la urticaria aguda, cuando los factores desencadenantes puedan ser identificados, se recomendará evitarlos. Para calmar los síntomas se indican como primera línea de tratamiento los anti-histamínicos de segunda generación (loratadina/desloratadina, cetirizina/levocetirizina, fexofenadina), con menos o nada de efectos secundarios comparado a los de primera generación (difenhidramina, clorfeniramina, carbinoxamina). Estos últimos son causantes principalmente de somnolencia, sequedad de boca, cierta dificultad para orinar en pacientes masculinos adultos, y disminución del rendimiento escolar o laboral por lo cual no son aconsejados y han caído en desuso.
En casos que no se consiga un control adecuado, se incrementa la dosis del antialérgico (hasta 4 veces la dosis basal) y en ocasiones, es necesario recurrir a una indicación de corticoides por un breve período de tiempo, no más de 1 semana. Los corticoides no pueden usarse de forma continuada para el control de las formas crónicas debido a sus efectos secundarios y por el efecto rebote al suspenderlos.
Dra. Mónica De Gennaro
Especialista en Alergia e Inmunología y subdirectora médica de la Fundación Centro de Investigación de Enfermedades Alérgicas y Respiratorias (CIDEA). M.N. 67.934.

Fuente: La Prensa
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