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Espectáculo

Claudio Cosano: “Me estoy desangrando y si esto sigue por muchos meses más, no sé qué voy a hacer”

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El atelier de la calle Arenales al 1600, en plena Recoleta, está cerrado. Desde que el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, decretó la cuarentena obligatoria, Claudio Cosano (56) le puso llave a la puerta de su tienda, mandó a sus empleados a cumplir con el aislamiento social obligatorio en sus respectivos hogares y cerró su local. En este contexto de emergencia social que se vive a nivel mundial por la pandemia del COVID-19, la alta costura quedó en un plano alejado de las prioridades y el reconocido diseñador está muy preocupado. Si bien tiene el negocio parado, para desconectarse de la triste realidad que vivimos él va todos los días hasta su atelier y se pone a bordar. “El trabajo es mi válvula de escape pero el panorama es tristísimo”, cuenta Cosano a Pronto vía telefónica.

-¿Cómo estás, Claudio?

-La voy llevando como puedo: hay días que estoy súper angustiado y otros en los que me pongo eufórico. Es un poco lo que estamos viviendo todos. En lo que respecta a mi profesión, está completamente anulada: tengo el atelier cerrado, las chicas no están trabajando y no hay fiestas. Creo que de acá hasta fin de año como mínimo, no va a volver a la normalidad lo que refiere a nuestro trabajo de alta costura y los vestidos de fiesta.

-¿Cuándo cerraste tu local?
-Cerré una semana antes de que el gobierno dictara la cuarentena porque tengo modistas que viajan mucho y vienen de muy lejos a trabajar, y como ya había entrado un poco ese pánico decidí prevenir, que dejaran de venir y que se llevaran a sus casas los trabajos que estaban haciendo. Justo ese viernes el gobierno dictó la cuarentena obligatoria y estoy frenado de principios de marzo. Para colmo, hay dos meses en el año que son los salvadores en la alta costura: noviembre y marzo.
-O sea que la medida te agarró en el peor momento.
-Sí: encima este marzo lo tenía cargadísimo de trabajo y me quedaron todos los vestidos acá adentro, sin poder ser entregados porque las fiestas se suspendieron, con lo cual me quedaron en el atelier todos los vestidos que tenía que entregarles a las clientas y obviamente sin cobrar el dinero. La angustia es mía y de ellas: las novias están todas muy tristes y las quinceañeras se querían matar porque al ser adolescentes, es más difícil hacerles entender que la fiesta no se va a hacer. Me quedó todo acá listo para entregar.
-Qué panorama desalentador.
-Ya en marzo se suspendieron todas las fiestas y aunque parezca humor negro, lo que te cuento es real. A eso se sumó que me había embarcado a hacer una súper colección para presentar ahora a fines de mayo. En marzo siempre recupero lo no vendido en enero y febrero, que no se trabaja nada, así que no solo me quedé sin entregar los vestidos sino que me quedó la nueva colección a medio armar.

-¿Estás angustiado?
-Sí pero trato de ponerle la mejor onda y me vengo al atelier todos los días como si no existiese la pandemia porque sino en mi casa me vuelvo loco. Este es mi lugar y vengo acá porque es como mi templo de paz. Me puse a diseñar una colección alternativa para poder armarla y cuando pase todo esto, tener una gran cantidad de ropa y estar preparado para cuando, si Dios quiere, vuelva el trabajo.
-¿Cómo resolviste la situación con tus empleados?
-Tengo modistas que se han jubilado trabajando conmigo y mi equipo es de gente muy buena y que me responde muy bien. Somos como una familia y yo les voy mandando un poquito de trabajo para que hagan en sus casas pero es complicado porque este trabajo se hace aquí, in situ con mi hermano y conmigo mirando continuamente porque es vestido por vestido. Desde ya que les sigo pagando los sueldos y estoy manteniendo esto a pulmón pero me estoy desangrando así que si esto sigue por muchos meses más, realmente no sé qué voy a hacer. Por ahora, sale todo de mí y me angustio mucho porque un empleado no es un número para mí: somos familia.
-¿De cuántos empleados estás hablando?
-Somos muchos: alrededor de 15, lo cual es tremendo porque no te hablo de 15 personas sino de 15 familias. ¿Si le veo alguna escapatoria? No. No le veo salida. Supongamos que la cuarentena se empiece a levantar, lo que es rubro fiesta va a tardar en reactivarse y como mínimo hasta noviembre no se va a permitir hacer eventos de 250 personas todas juntas saltando o besuqueándose, como sucede en un casamiento o en un 15. Te digo noviembre pero estimo que hasta marzo del año próximo nuestro rubro va a estar parado. Aparte un casamiento no se organiza de un día para el otro sino con un año de anticipación.
-Más allá de los tiempos, la gente tampoco tiene dinero para armar una fiesta.
-Sin dudas: aparte del agotamiento mental, hay una mega crisis económica que el país ya viene arrastrando y que ahora se empeoró. Ya veníamos muy mal y esto terminó de matarnos. Como soy muy positivo y enérgico, igual me embarqué a hacer una nueva colección que es un delirio de enorme pero jamás pensé que se iba a venir esta pandemia.

-¿Cuántas fiestas que tenías programadas te suspendieron, sabés?
-No, no te puedo decir porque no lo tengo en la cabeza pero ahora, mientras charlo con vos, voy mirando los percheros y me asusta porque tengo de a 40 o 50 vestidos divinos, listos y colgaditos, que quedaron acá varados. Estamos hablando de mucho dinero y por eso me embarqué en la nueva colección: supuestamente con lo que iba a recaudar en marzo, iba a poder hacerle frente a los costos de géneros, piedras y demás de la nueva colección. Quedó todo frenado.
-¿Se te cruzó por la cabeza cerrar el atelier?
-No, ni loco: creo que me voy a morir acá adentro. Prefiero que se hunda el barco conmigo y no salir en un bote y que el barco se hunda solo. No, de ninguna manera. Esto lo inicié de la nada, empecé de muy abajo con una máquina de coser prestada y después de muchísimos años de trabajo y esfuerzo, logré construir un nombre, una empresa y un respeto. Esto es mi vida y por eso sigo viniendo todos los días a trabajar, aunque el local esté cerrado.
-Sos un hombre sensible. ¿Llorás mucho?
-¿Sabés que no? Me cuesta que se me caiga una lágrima y eso me hace mucho más daño, porque todo va por dentro. Lo que sí tengo que reconocer es que duermo muy mal, me despierto a la noche y estoy en estados up and down. Es decir: de repente me pongo eufórico, digo que no me importa nada y me pongo a hacer moldes pero de a ratos entro en una nube negra y no sé qué voy a hacer. Esta pandemia nos tocó en todos los sentidos: en lo social extraño los abrazos y las caricias con mis amigos, en lo sanitario estamos en pánico por no agarrarnos el virus y en lo económico nos destruyó.
-¿Cuál es tu mayor refugio?
-Estar acá, solo y en paz, en mi atelier. Me hace bien estar en silencio trabajando. Y además mi otro gran refugio es mi pareja, Lino, que me soporta porque de repente estoy divino y de repente estoy re caído. Es raro en mí porque soy muy positivo pero me viene de adentro y no lo puedo dominar.
-¿Y la tele?
-Volvimos a hacer La jaula de la moda esta semana, gracias a Dios. No tenemos público ni invitados en piso, tomamos extremas medidas de seguridad al entrar al canal y es uno de los pocos programas que quedaron en la señal Ciudad Magazine. El rubro de la tele está destruido, como todos y muchas señales directamente desaparecieron. Gracias al esfuerzo de Coco Fernández, La jaula de la moda sigue y la hora que estoy con los chicos me olvido de todos los problemas. La tristeza y la angustia me las guardo para mí; para afuera es todo divino y voy al canal a divertirme con mis compañeros. Vamos de lunes a viernes de 19 a 20 con Horacio Cabak, Mariano Caprarola, Fabián Medina Flores y yo. Del canal me vengo directo al atelier y sigo bordando, esperando que se termine esta pesadilla cuanto antes.

Fuente: Pronto
Alta costura Claudio Cosano Desangrando Meses Coronavirus Nacional
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