El Inter de Milán se impuso con autoridad por 3-0 ante la Fiorentina en el Giuseppe Meazza, en un partido que fue mucho más que un triunfo. Fue una demostración de carácter de un equipo que quiere pelear el Scudetto hasta el final. Con este resultado, el Neroazzurro quedó segundo a tres puntos del Napoli y la Roma, y confirmó que está en uno de sus mejores momentos futbolísticos.
El encuentro fue dominado de principio a fin por el equipo Neroazzurro que generó una gran cantidad de situaciones y solo sufrió por su falta de efectividad. En medio de esa superioridad, Lautaro Martínez volvió a ser el eje ofensivo. No convirtió, pero jugó un partidazo: aguantó de espaldas, marcó los tiempos, presionó, bajó a colaborar en defensa y fue el líder absoluto del ataque.
El primer gol llegó a los 66 minutos, tras una buena combinación que cerró Hakan Çalhanoglu con un derechazo seco desde afuera del área, imposible para el arquero. Cinco minutos más tarde, Lautaro peleó una pelota dividida y asistió a Petar Sucic, que eludió a dos rivales y definió con clase para el 2-0. En el cierre, a los 87’, el capitán mostró su jerarquía al cederle el penal a Çalhanoglu, quien marcó su doblete.
El Inter ganó, gustó y convenció. Lautaro no necesitó hacer goles para demostrar su valor: fue el alma del equipo, el que contagió, ordenó y empujó a los suyos a una nueva victoria que lo mantiene firme en la pelea por el título.