La política migratoria de Estados Unidos dio un giro más restrictivo con una medida que permitirá negar visas a personas que padezcan enfermedades crónicas como diabetes, obesidad, cáncer o trastornos mentales. La disposición, firmada por el secretario de Estado Marco Rubio, instruye a los consulados a evaluar la salud del solicitante y su potencial impacto económico para el sistema público.
La actualización retoma el criterio de “carga pública”, que apunta a limitar el ingreso de quienes podrían requerir atención médica costosa o programas de asistencia social. El documento advierte que ciertas afecciones pueden demandar tratamientos valuados en cientos de miles de dólares, lo que convertiría al solicitante en un riesgo financiero para el Estado.
Además de las condiciones médicas, la norma ordena considerar factores como la edad, la cantidad de dependientes y si alguno de ellos tiene necesidades especiales. Con ello, los funcionarios podrán evaluar no solo la salud del solicitante, sino también la posibilidad de que su grupo familiar requiera apoyo estatal.
La directiva generó preocupación entre especialistas en inmigración, que advierten que se otorga una amplia discrecionalidad a los consulados para rechazar incluso visas de personas con dolencias comunes, que nunca antes habían sido motivo de descalificación. También alertan sobre el impacto emocional y económico que esta política podría tener en quienes buscan ingresar o residir en el país norteamericano.
Desde la Casa Blanca defendieron la iniciativa al afirmar que durante décadas se ha contemplado la facultad de negar visas a quienes representen una carga financiera para los contribuyentes. Sin embargo, la ampliación del alcance médico reavivó el debate sobre discriminación y barreras de acceso, especialmente para quienes enfrentan enfermedades que requieren tratamientos continuos.