
El reciente acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamas, considerado un hito en la búsqueda de la paz en la región, no habría sido posible sin la intervención de Donald Trump, según las voces de los propios israelíes y palestinos. Mientras Benjamin Netanyahu esperaba capitalizar políticamente este cese de hostilidades, la figura del presidente de Estados Unidos se impuso como el verdadero artífice de la negociación.
"Todo esto es gracias al presidente Trump, de otra manera, nunca hubiésemos encontrado un canal de diálogo", coinciden los familiares de los rehenes israelíes y palestinos que se han reunido en la "Plaza de los Rehenes" en Tel Aviv para agradecer la intervención de Trump. Israel ha colgado carteles y banderas estadounidenses en diversas ciudades como Jerusalén, con frases como "Gracias, señor presidente", en señal de gratitud.
En Belén, en territorio palestino, la noticia fue recibida con esperanza. El acuerdo abrió una posible vía de recuperación económica para muchos palestinos que dependían del turismo y la estabilidad en la región. Para ellos, la intervención de Trump es vista como una oportunidad que podría significar un cambio histórico para Palestina y la región del Medio Oriente.
Las rutas en Israel, particularmente en Jerusalén, se visten con banderas estadounidenses, y un cartel en Tel Aviv compara a Trump con Ciro el Grande, quien permitió el regreso de los judíos a su tierra hace miles de años. Este fenómeno cultural refleja el agradecimiento a un mandatario que, a pesar de las críticas internacionales, ha logrado lo que muchos consideraban imposible: un alto el fuego entre dos enemigos históricos.
Mientras la figura de Trump brilla, la de Benjamin Netanyahu, el primer ministro israelí, comienza a diluirse en medio de la feroz internas políticas dentro de su gabinete. En un contexto donde las elecciones locales de Israel se celebrarán el próximo año, muchos empiezan a dudar de la permanencia de Netanyahu en el poder si el acuerdo de paz avanza sin su participación clave.
Por otro lado, la figura de Trump como mediador internacional ha reforzado su imagen como líder capaz de resolver conflictos globales, un éxito que podría repercutir en su legado. El acuerdo de paz entre Israel y Hamas representa un avance que pocos auguraban posible y un punto de inflexión para la región, que en las últimas décadas ha sido marcada por la guerra y la inestabilidad.
En su visita prevista para el lunes, Trump pronunciará un discurso en el Knesset, el parlamento israelí, y luego se reunirá con Netanyahu para oficializar la firma del acuerdo de paz en Egipto, con la presencia de mediadores internacionales como Turquía, Qatar, Egipto y otros países europeos. A medida que se acerca la fecha, las expectativas por su presencia en la región y el impacto en la política interna de Israel siguen creciendo.
Aunque el acuerdo de paz entre Israel y Hamas abre una luz de esperanza para la región, el futuro sigue siendo incierto. Con las tensiones internas dentro de Israel y la desconfianza histórica entre las dos partes, solo el tiempo dirá si este cese de hostilidades se consolidará o si la región volverá a caer en el conflicto. Sin embargo, lo que es innegable es que Donald Trump, con sus políticas diplomáticas, ha dejado una marca imborrable en la historia reciente del Medio Oriente.