
A medida que la “amenaza rusa” se intensifica en Ucrania, Alemania se dispone a dar un paso clave hacia el retorno del servicio militar obligatorio, un movimiento que responde al deseo del país de convertirse en el ejército convencional más grande de la OTAN sin armas nucleares en Europa. Este cambio forma parte de un contexto geopolítico donde la tensión con Rusia no solo afecta a los países cercanos, sino que está reformulando las políticas de defensa en toda Europa.
La inquietud por el avance de las tropas rusas en Ucrania ha motivado a varias naciones fronterizas con Rusia, como las repúblicas bálticas y los países nórdicos, a restablecer el reclutamiento forzoso, considerando la proximidad del conflicto y la histórica relación con la antigua Unión Soviética.
En Alemania, el gobierno conservador de Friedrich Merz tiene planes ambiciosos para incrementar el número de soldados en el ejército, buscando elevar la cantidad de efectivos a 260.000, y duplicar el número de reservistas de 100.000 a 200.000. A partir de 2026, se implementará un proceso de alistamiento voluntario para sumar 80.000 nuevos reclutas, con el objetivo final de alcanzar un ejército total de 460.000 efectivos, activos y en reserva.
El modelo alemán, sin embargo, incluye una etapa de transición. Los jóvenes mayores de 18 años recibirán un cuestionario obligatorio donde deberán decidir si desean unirse al ejército, mientras que las mujeres no tendrán la misma obligación de respuesta. En principio, el gobierno está enfocado en lograr un número voluntario de reclutas antes de considerar la reactivación de la obligatoriedad.
Este retorno al servicio militar obligatorio no es exclusivo de Alemania. En Suecia, Noruega y Letonia, entre otros, el reclutamiento forzoso ya ha sido restablecido, impulsado por la cercanía con la guerra en Ucrania y la creciente inseguridad en la región. En algunos casos, como en Finlandia y Polonia, se están haciendo esfuerzos para fortalecer las reservas militares, mientras que en países como Serbia se está en proceso de reinstalar el reclutamiento tras su eliminación en años recientes.
Para muchos analistas, esta tendencia hacia la militarización de Europa es preocupante, ya que rememora un ciclo histórico de confrontación y hostilidad. Ainhoa Ruiz, investigadora del Centro Delas de Estudios para la Paz en España, advirtió sobre el peligro de que Europa se adentre nuevamente en un “ciclo militarista”, que podría desencadenar en nuevas escaladas de violencia en un continente que había dejado atrás este tipo de políticas tras la Caída del Muro de Berlín.
Además de los desafíos militares, hay una creciente presión internacional, especialmente desde Estados Unidos, donde Donald Trump ha exigido a los países miembros de la OTAN que aumenten su gasto en defensa, presionando a las naciones europeas a fortalecer sus capacidades militares. En este contexto, Alemania busca cumplir con los compromisos de la OTAN para llegar a gastar el 5% de su PBI en defensa, impulsando así la necesidad de un ejército más grande y preparado.
El reclutamiento obligatorio en Europa es solo una de las respuestas al cambio en el equilibrio de poder global. Dinamarca, por ejemplo, ha reestablecido el reclutamiento para mujeres, mientras que Croacia y Serbia también están en vías de volver a instaurar el servicio militar obligatorio, un fenómeno que se acelera conforme la guerra en Ucrania continúa alterando las dinámicas de seguridad en el continente.
Si bien Alemania ya no está sola en este proceso, la pregunta sigue siendo si este retorno a las políticas de militarización será sostenible en el largo plazo, o si se tratará de una medida transitoria para hacer frente a una amenaza inmediata. Lo que parece claro es que el miedo a la expansión rusa ha dejado atrás las políticas pacifistas que prevalecieron durante las últimas décadas en muchos países europeos.