De acuerdo con la mirada de la psico-neuro-inmunología, las emociones viajan por nuestro cuerpo dentro de las células que forman el sistema inmunológico. Este es un concepto revolucionario para la medicina convencional. De esta forma, la unión de los pensamientos racionales en las neuronas y de las emociones en el sistema inmunológico genera un combo en el cuerpo de la mujer que, uniéndolo a la falta de adaptación a los cambios, deriva en una enfermedad. A la luz de estos nuevos conocimientos, es posible analizar la interrelación íntima que existe entre el sistema nervioso y el sistema inmunológico: cuando hay coherencia entre ellos, el organismo evoluciona con salud; pero si existen incoherencias, aparece la enfermedad.
Trabajos de investigación demuestran que hay un diálogo entre el cerebro y el sistema inmunológico, el cual está mediado por las hormonas femeninas. Esto podría provocar trastornos obviamente del estado de ánimo, influenciados por el estradiol, que es la principal hormona femenina.
A partir de la medicina evolutiva podemos comprender que la endometriosis es la aparición de un tejido maduro, organizado, que no es canceroso, pero que se ha reproducido en lugares que son completamente ajenos a la naturaleza: lo más frecuente es que se encuentre en el músculo del útero, en los ovarios, y también en el peritoneo y en el tabique vagino-rectal.
La endometriosis no es un tejido cánceroso, pero guarda grandes similitudes, determinadas por cambios genéticos que son a su vez epigenéticos. Quiere decir que las células de estos tejidos que están implantados en lugares anormales no son exactamente iguales a las del útero porque contienen ya desarrolladas enzimas o moléculas con actividad proliferativa, mayor al del endometrio normal. Las características de su ADN pueden estimular su multiplicación, estimular la formación de nuevos vasos sanguíneos y estimular la producción mayor de hormonas femeninas.
Poder unir los conceptos de naturaleza, epigenética y neuroquímica, y así comprender el origen de una patología como la endometriosis, también permitirá su prevención, además de su reversión. Ambas serán necesarias en las futuras generaciones, ya que está estimado que el aumento de esta patología será muy grande y más aún la esterilidad de las mujeres en los próximos 100 años.
En tanto, el síndrome del ovario poliquístico es una enfermedad en la que se presentan niveles muy elevados de unas hormonas llamadas andrógenos. En las mujeres en edad reproductiva este aumento de hormonas puede acarrear muchos problemas como irregularidades menstruales, infertilidad, problemas en la piel (principalmente acné), aumento de vello facial y corporal, y aparición de un elevado número de quistes en los ovarios.
Hoy los médicos sabemos que se produce un aumento de hormonas masculinas en el ovario y luego esta pasa a hormona femenina en la grasa periférica. La medicina evolutiva y la psico-inmunología traen algo de luz a este nuevo concepto, que ocurre por una alteración desde los neurotransmisores cerebrales en respuesta a altos impactos que, mediados por el sistema inmunológico, impactan en el sistema neuroendocrino. Desde la corteza cerebral?la cual está en conexión con el hipotálamo, la hipófisis y los ovarios?, todo esto se desregula y los ovarios comienzan a estar asincrónicos y esto es lo que genera una mala evolución del desarrollo de los folículos ováricos.
Por otro lado, la mala alimentación, que produce un aumento de insulina, también se relaciona con esta alteración. Todo este cuadro se puede llegar a revertir tratando de forma integral a la mujer desde su neuroquímica, su corteza cerebral, llegando hasta la regulación de sus ovarios. La medicina convencional no nos trae la solución, por eso tenemos que abrir la puerta a nuevos conocimientos.
Dra. María Alejandra Rodríguez Zía
Médica Clínica Endocrinóloga UBA (MN 70.787)