Terrible pelea en la zona norte de Trelew por la que hasta anoche la policía no tenía a nadie detenido.

Ayer, en medio de una refriega de confusas circunstancias, a un hombre le dejaron la hoja de un cuchillo clavada en la espalda tras apuñalarlo, y por el caso no había nadie detenido. El hecho de sangre, calificado por ahora como “tentativa de homicidio” sucedió en el B° Presidente Perón, en la zona norte de Trelew y la víctima, hasta las últimas horas, seguía en estado crítico, según la policía.

Acusaba también lastimaduras en otras partes del cuerpo, presuntamente, ocasionadas con el mismo puñal que al encarnizado agresor se le quebró al acuchillarlo a traición.

El herido tiene 51 años, se llama Toribio Félix González y se encontraba internado en el sector de terapia intensiva del hospital público de Trelew, al que fue trasladado en horas de la madrugada en ambulancia –casi agonizando- después de haber sido cruelmente atacado, se presume, en las cercanías de su casa.

González llegó como pudo a su domicilio y allí se descompensó por la sangre que perdió en el trayecto que hizo desde el lugar en el que lo apuñalaron. Al hombre lo llevaron al nosocomio desde la calle Mitre Norte al 600, unos minutos después que tanto la policía como el personal médico, que fue a buscarlo, se dieran cuenta que tenía la hoja del cuchillo incrustada en la espalda.

Todo habría ocurrido momentos antes de la hora 01:00 de la madrugada en un lugar del que las autoridades que investigan el caso prefieren no hablar porque -es muy probable- que vayan a hacer alguna diligencia procesal ahí. Quizás sea la casa del asesino, del que hasta anoche la policía aseguraba no tener pista alguna.

También las autoridades decían no tener en claro el móvil del hecho, qué habría iniciado la pelea, aunque no descartaban que se haya tratado de una refriega entre personas ebrias por cuestiones del momento.

La víctima se encontraba en ese estado cuando lo hallaron desvanecido afuera de su casa, afirmaron desde la comisaría interviniente, la seccional Segunda, cuyos jefes -dicho sea de paso- optaron por tratar de evitar que el hecho de sangre no trascendiera a la opinión pública.