
En un giro completamente inesperado, Villa Carmela, en Tucumán, se vio sacudida por un hecho increíble que rompió la tranquilidad de la localidad. Un joven de 22 años irrumpió en su propio velorio, gritando “¡estoy vivo!”, lo que provocó una gran confusión entre sus familiares y amigos, quienes estaban reunidos para despedirlo. Este insólito episodio, que rápidamente se viralizó en redes sociales, dejó en evidencia un grave error de identificación por parte de la Policía local.
El jueves 18 de septiembre, todo comenzó cuando un joven se arrojó debajo de un camión cerca del Puente Negro, en Alderetes, y el fiscal Carlos Sale caratuló el caso como homicidio culposo, aunque las primeras pericias apuntaron a un posible suicidio.
Al día siguiente, una mujer de Villa Carmela se presentó en la comisaría y, basándose en la ropa y características físicas, reconoció el cuerpo como el de su hijo. Con esa declaración, y sin realizar estudios de ADN ni huellas dactilares, la Justicia autorizó la entrega del cuerpo a la familia.
El velorio se organizó en su casa, y la familia, profundamente conmovida, se preparaba para despedir al joven, sin saber que el verdadero protagonista de la historia aún estaba vivo.
En medio de la despedida, cuando el ataúd ya estaba cerrado y los familiares comenzaban a digerir la noticia, algo absolutamente inesperado ocurrió: el joven apareció en la puerta de la casa y, con una mezcla de alivio y asombro, gritó: “¡Estoy vivo!”. El impacto fue inmediato: llantos de alegría, confusión total, y la madre, en shock, abrazó a su hijo que se encontraba de pie ante ella, vivito y coleando.
El joven explicó que había estado varios días consumiendo drogas en Alderetes, a unos 23 kilómetros de su casa, sin tener idea de lo que había sucedido a su alrededor. “Fue un milagro y una pesadilla”, resumió la familia al intentar procesar lo ocurrido.
El fiscal Sale entrevistó al joven, y la Policía fue alertada de inmediato para investigar lo sucedido. Mientras tanto, los familiares celebraban el regreso de su ser querido, pero también quedaban con la preocupación de lo que implicaba la situación.
Por su parte, el cuerpo que se encontraba en el ataúd sigue sin ser identificado. El fiscal dispuso que el cadáver fuera trasladado nuevamente a la Morgue Judicial, donde permanece en espera de una identificación formal. Este caso ha dejado una gran incertidumbre, y la familia del joven ahora se enfrenta a la dolorosa tarea de lidiar con los efectos de un error que, por fortuna, no tuvo consecuencias trágicas para su ser querido.