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Nacional

Narcos en Córdoba: “Colombia Lola” y el miedo a una migración de bandas desde Rosario

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La llovizna cae sin pausa sobre la canchita de fútbol de barrio Müller y cuatro chicos juegan a la pelota sin que el mal tiempo parezca molestarles. Relatan sus propias jugadas y gritan goles entre bailecitos mirando a tribunas imaginarias.
Al frente está la parroquia «Crucifixión del Señor» que atiende el padre Mariano Oberlin, uno de los referentes en la pelea por sacar a los jóvenes de las adicciones en Córdoba.
El cura sabe que la pelea es desigual y que si bien Córdoba no tiene los niveles de violencia que hoy se palpan en Rosario, en los últimos meses han recrudecido los enfrentamientos entre bandas narco y los crímenes a manos de ladrones quemados que no dudan en disparar y matar por un celular, una moto o lo que sea que puedan vender para comprar droga.
La última semana fue muy movida para los funcionarios cordobeses del área de seguridad. El gobernador Martín Llaryora planteó su total respaldo a su par santafesino, Maximiliano Pullaro, en medio de la ola de asesinatos que se dio en la provincia vecina. Y el ministro de Seguridad, Juan Pablo Quinteros, viajó a Rosario para ponerse a disposición de su colega, Pablo Cococcioni.
El mayor miedo de los cordobeses es que ante la llegada del aluvión de fuerzas federales a Rosario, los narcos se muden por completo a otros destinos en los que ya han desplazado sus tentáculos.
Por eso, esta semana desplegaron a una gran cantidad de agentes de la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA) en el límite entre San Francisco –la ciudad de la que el gobernador Llaryora fue intendente– y Frontera, en Santa Fe. A las dos las divide una calle. Además, el ministro Quinteros puso en funciones a la nueva cúpula policial en esa región del noreste de Córdoba.
Hasta hace poco, Bernardo Alberioni fue el fiscal antinarcotráfico de San Francisco. El magistrado fue amenazado en varias oportunidades. En 2023, unos meses antes de dejar su cargo, recibió un anónimo con frases como: “Frontera es nuestra, metete en tus cosas si querés a tu familia”. El fiscal, que prefirió no hablar con Clarín, se fue de su cargo con críticas al Gobierno provincial.
En el entorno de Alberione señalan que no dejó su cargo por temor sino por cansancio. Tras bambalinas, en San Francisco, como en otras ciudades de Córdoba más relacionadas con el turismo, se habla más de lavado de dinero que de tráfico narco.

Relaciones peligrosas

En diciembre de 2014, la familia de Hernán Sánchez, un conocido fotógrafo de la noche de Carlos Paz, denunció su desaparición. Había dejado su departamento en el centro de la ciudad como si hubiera salido hasta la esquina para volver en minutos, pero nunca más lo hizo.
Hernán Sánchez, asesinado en Córdoba.
El 13 de marzo de 2015, mientras cientos de vecinos y agentes de la Policía y Bomberos buscaban a Andrea Castana (35), una mujer que había desaparecido dos días antes en el Cerro de la Cruz, un grupo especial de la Policía encontró por casualidad el cuerpo de Sánchez.
El hombre, de 34 años, estaba colgado de la rama de un árbol y en estado de descomposición. Unas horas más tarde, encontraron el cuerpo de Andrea, que había sido violada y asesinada.
En el caso Sánchez hubo dos autopsias. La primera encontró una herida punzante en el abdomen y los peritos de parte de la querella reclamaron que la carátula de suicidio se cambie por la de homicidio. Eso nunca pasó y en una segunda autopsia se determinó que Sánchez se había quitado la vida, aunque su familia sigue insistiendo en que fue asesinado.
En los primeros meses de la investigación, hubo fuertes versiones que señalaron que detrás de la muerte del fotógrafo estaba la banda Los Monos de Rosario. Nunca se supo más del tema y se abandonó esa línea investigativa. Desde esa época, la presencia de narcos rosarinos en Villa Carlos Paz se hizo cada vez más fuerte.
El periodista Juan Federico, especializado en narcotráfico y autor del libro Drogas, cocinas y fierros, le dijo a Clarín que la relación entre los traficantes santafesinos y cordobeses viene de hace años. Explicó que los lazos entre el clan Alvarado, por un lado, y Los Monos, por el otro, con Córdoba se pueden comenzar a contar desde la década de 2000.
“Desde hace años está comprobado que hay vínculos entre las poderosas bandas rosarinas y los cordobeses”, dice el periodista.
Federico relató que en marzo de 2022, en el exclusivo country Loma de la Carolina, de la capital cordobesa, fue detenido Fabián Gustavo Pelozzo, involucrado en el triple crimen del casamiento, en las afueras de Rosario.
El 29 de enero de ese año, Ibarlucea estuvo en el centro de la escena por el triple crimen a la salida de un casamiento narco que tuvo como víctimas a Iván Maximiliano Giménez (33), su esposa Érica Romero (37) y la beba de ambos, de un año.
“También está el caso del zar de la droga de Río Cuarto, Claudio Torres, que fue asesinado por sicarios en 2019 y por ese crimen está detenido uno de Los Monos”, aseguró Federico. Y apuntó que ese mismo año, en un camping de Embalse fue aprehendido el capo narco rosarino Esteban Lindor Alvarado.
Claudio Torres fue asesinado en Río Cuarto, Córdoba.
De pronto, la tranquilidad de los barrios cerrados de Córdoba y de las paraísos turísticos serranos se ve perturbada por presencias que hasta hace poco pasaban inadvertidas. El caso de la familia del peligroso narco ecuatoriano «Fito» Macías, que se había radicado en un country cercano a Carlos Paz, es otra alerta de lo que pasa desde hace tiempo en la provincia.

Barrios populares, tierra fértil

En la tarde del jueves pasado, el padre Mariano Oberlin escuchó el timbre de la casa parroquial de barrio Müller. Al abrir la puerta se encontró con una mujer que, en medio de un cuadro de desesperación y nervios, le pedía que fuera con ella hasta su casa porque uno de sus hijos, fuera de sí por el consumo de cocaína, quería prender fuego todas sus cosas. El sacerdote la calmó y la convenció de que fuera a la Policía ya que no era un tema en el que él no se metía en esos temas.
El negocio narco está en los barrios más populares de Córdoba desde hace al menos dos décadas. Junto al barrio Müller, el vecino sector de Colonia Lola, es otro de los sectores que el padre Oberlin conoce al dedillo. A ese barrio, por el alcance de la droga en su tejido social, se le denominó «Colombia Lola».
Sentado en la cocina de la casa parroquial, Oberlin acaba de salir de un cuadro de dengue que lo tuvo en reposo por varios días.
El padre Mariano Oberlin conoce en detalle los barrios Müller y Colonia Lola, golpeados por la droga.
“En el barrio veo mucho consumo y es muy preocupante. Pero creo que estamos lejos de ser Rosario”, dice y apunta: “Desde afuera, me parece que, si bien estamos bastante lejos, nada impediría que lleguemos a ser lo mismo”.
El sacerdote afirma que hace 20 años nadie pensaba que en Córdoba iba a estar tan metida la droga en las familias de los barrios populares. “Hoy pensamos que estamos lejos de Rosario, pero, de acá un año, cinco o no sé cuánto, podríamos estar igual o peor. Eso asumiendo que tampoco Rosario es el fondo del pozo porque hay que mirar un poco lo que pasa en México, Ecuador, Colombia, podemos estar muchísimo peor”, asegura Oberlin.
–¿Qué tipo de abordaje es necesario para que la lucha contra el narco no sea tan desigual?
–Hay que hacer un abordaje lo más integral posible: por un lado está la venta y por el otro, el consumo. Por lo general el que cae preso es el chango que consume o el narcomenudista. Rara vez cae alguien un poquito más grande. Y además si uno sabe y conoce quién es el narco del barrio y ve la casa en la que vive, no está ni lejos de ser parte de la segunda economía del mundo como se dice. Si el narcotráfico mueve los miles de millones de dólares que se dice que mueve en el mundo, está claro que esa plata no queda ni siquiera en el que vende al por mayor. Por ahí hay políticos que dicen que para resolver el narcotráfico hay que ir a Nordelta. Y cuando agarraron a la esposa del narco ecuatoriano en Córdoba no estaba en una villa, estaba en un country. Complicidades políticas se sabe que hay, de la Policía también. Ni todos los políticos ni toda la Policía, pero alguna complicidad hay porque si no, no se entiende.
–¿Cómo es el día a día en un barrio donde el narco está metido?
–Müller es conocido como un barrio narco y es un estigma que nos cae a todos, pero la inmensa mayoría de la gente está en otra cosa. Hay mafias que están destruyendo la vida de los chicos y hay realidades muy duras. Una vez le pregunté a un chico por qué consumía algo que lo estaba matando. Y me respondió: “Por lo menos esto es lo único lindo que me ha pasado en la vida y si me tengo que morir, quiero morir así”. O sea, que un chico te diga algo así quiere decir que como sociedad hemos fracasado porque no le hemos ofrecido una conexión con algo que lo entusiasme para vivir.

Futbolista o narco

Para el sacerdote, el peligro que se vislumbra en el horizonte es la falta de políticas estatales para las familias más humildes. “En el barrio, cuando le preguntás a los chicos qué quieren ser cuando sean grandes, la respuesta es ‘futbolista o narco’”, dice el cura.
Y afirma que cuando llegó al barrio, hace casi dos décadas, se encontró con situaciones en las que el narcotraficante ayudaba a los vecinos con alimentos y plata para remedios.
“Si no hay un Estado que nos ayude a equilibrar las fuerzas sociales, esto se desbanda completamente”, asegura el sacerdote y sigue: “Se decía que el narco había ocupado el lugar del puntero. En ese momento, el Estado empezó a invertir mucho en distintas formas de cercanía y ayudas sociales. Lo que nunca terminó de asumir el Estado fue el rol de conducción que sí asumió el narco”.

Un «Gallo» para Colombia Lola

La música de cuarteto se escuchaba a varias cuadras de distancia, pero eso es algo normal en las barriadas de Córdoba, donde el “tunga tunga” late el corazón de los márgenes.
En una casa de Colonia Lola, el barrio al que los propios narcos bautizaron “Colombia Lola”, una impresionante redada policial terminó con la detención del capo de la droga de la zona, Jorge Guillermo Altamira (67), conocido por todos como «El Gallo”.
Jorge Guillermo Altamira, alias «El Gallo», capo de la droga en Colonia Lola, Córdoba. Foto La Voz
Fue una noche de julio de 2016 y en el allanamiento, los agentes de la Policía cordobesa alcanzaron a evitar que algunos de los asistentes tiraran bolsas de cocaína por el inodoro.
Junto al «Gallo» cayeron dos de sus hijos y uno de sus yernos, quienes junto a otras personas fueron juzgadas y condenadas en 2018. Altamira recibió una pena de seis años de prisión.
La primera vez que se escuchó el término «Colombia Lola» para describir a esa zona de la capital fue en 2007. El periodista Miguel Durán escribió un informe en La Voz del Interior tras hablar con los vecinos del barrio unos días después del crimen de Facundo Novillo, un chiquito de 7 años que viajaba en el asiento trasero de un Renault 12. El auto quedó en el medio de un tiroteo entre dos bandas narco y una de las balas rompió la luneta del 12 y mató a Facundo.
“Al barrio le dicen Colombia Lola”, exclamó una vecina, con el alma destruida por el alevoso crimen del niñito.
En marzo de 2016, unos meses antes de caer preso, «El Gallo» sufrió en carne propia la pérdida de un hijo en una pelea con sello narco. Dos vecinos del barrio, padre e hijo, se trenzaron en lucha con Diego Altamira y lo mataron a cuchillazos.

Una vida en el delito

Al revisar los archivos policiales de Córdoba, no hay que andar mucho para encontrar que una de las primeras detenciones del «Gallo» Altamira ocurrió en noviembre de 2007.
En 2009, tras un juicio abreviado, fue la primera vez que un tribunal aplicó una pena por lavado de dinero. Altamira recibió seis años de prisión por comercio de estupefacientes y asociación ilícita.
«El Gallo» volvió a las calles tras ser liberado en noviembre de 2011, cuatro años después y, por primera vez en su larga vida en el delito, eligió ocultarse en un perfil bajo.
Luego de la condena de 2018, su apellido volvió aparecer en los titulares de los diarios cordobeses tras conocerse que un allanamiento otra de sus hijas había sido detenida. La acusaron de liderar una banda narco en el sector más caliente de la capital cordobesa.

Fuente: Actualidad
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