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Internacional

Venezuela: explotan autos por usar garrafas domésticas ante la escasez de nafta

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El domingo pasado, un hombre de 34 años sufrió lesiones en la cabeza luego de que estallara el cilindro de gas propano en un montacargas que había adaptado a su auto, un Toyota Starlet. La explosión ocurrió cuando recargaba la bombona en una estación de servicio en Puerto La Cruz, zona norte del estado.

Autoridades locales señalaron que, debido a la rusticidad de la modificación, se produjo una fuga de gas en la parte trasera del vehículo y luego la explosión. Añadieron que el herido fue identificado y explicaron que él había hecho la instalación no autorizada junto a su padre.
Al día siguiente se produjo una segunda explosión en un “carrito por puesto” (transporte público) en el antiguo Puente La Volca de Barcelona y el incendio debió ser atendido por los bomberos de Anzoátegui.
Efectos del desabastecimiento
La pandemia por el COVID-19 ha agravado la ya existente escasez de gasolina en Venezuela. Largas filas de vehículos se observan en las pocas estaciones de servicio en Caracas que se han mantenido a salvo del desabastecimiento de combustible. Pero la situación es crítica en prácticamente la totalidad del país. Y en el interior, y en especial en las regiones fronterizas, es crónica desde hace años.
De hecho, el faltante es tal que afecta también al personal de la salud, a quienes les habían prometido acceso preferencial en las gasolineras debido a la sensibilidad de su tarea durante la pandemia. Los profesionales de la salud hacen colas desde la medianoche para llenar sus tanques, y a veces no lo consiguen pese a las horas de espera.

“Si no estamos de guardia, estamos trasnochados para hacer la cola y probar suerte para ver si podemos comprar gasolina”, dijo María Fernanda Martínez, 24 años, médico en una clínica municipal que llegó a la estación de servicio a las 4:30 am un día de abril.
“Tengo algunos compañeros de trabajo que no han podido llegar a sus guardias y es necesario el personal para atender a todos los que llegan, son bastantes”, agregó mientras esperaba sentada en su vehículo.

Muchos de los que hacen las largas filas pueden irse con menos combustible del que tenían cuando salieron de casa. Y perder el tiempo puede ser, en algunos casos, el mejor de los casos, al haberse convertido estos escenarios en una nueva usina de la inseguridad que sufre Venezuela. De acuerdo con el reporte de varios testigos, dos jóvenes armados llegaron a una gasolinera y robaron a varias personas que esperaban para repostar. Pese al robo masivo y a los disparos, nadie abandonó su lugar en la fila.
Pero otros, muchos de ellos con ingresos menores a los 10 dólares por mes -lo que les deja en el umbral de la miseria, según la ONU-, llenarán sus tanques varias veces cada día y venderán la gasolina en el mercado negro, pese al estricto control que impuso el régimen de Nicolás Maduro a la distribución de los combustibles.
Son los llamados “bachaqueros”, hombres que vieron en la escasez el nuevo salvavidas de sus economías en una Venezuela que atraviesa la mayor crisis de su historia moderna.

Fuente: Diario Panorama
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