El hombre de 57 años buceaba en las costas de la localidad de Cape Cod, en la costa del estado de Massachusetts, cuando atravesó la experiencia más peligrosa de su vida, de la que salió apenas con una dislocación de su rodilla.
"Estaba en mi tercera inmersión en busca de langostas, nadando como lo hice durante 30 años, y de pronto, me atropelló un tren de carga de la nada, y todo se oscureció", recordó en declaraciones al medio australiano 9News.
Según Packard, al principio pensó que lo había tragado un tiburón pero enseguida lo descartó al notar que el aniumal no tenía dientes y que él no había sufrido ningún corte.
"Tardé unos cinco segundos en darme cuenta de que estaba en la boca de una ballena. Entonces me dije: ‘A la m…’”, sostuvo, para luego agregar que intentó salir pero se dio cuenta que no podría hacerlo a menos que el animal lo deseara.
Siguiendo con sus recuerdos, relató: "Me di cuenta de que estaba navegando por el agua dentro de la boca de una ballena. Navegaba en el mar y el agua entraba en su boca".
"Cuando fui tragado, se salió de mi boca el regulador. Pero gracias a Dios, no se me alejó demasiado. Estaba presionado entre la boca del animal y yo. Estaba trabado ahí, por suerte lo vi y me lo volví a poner en la boca", dijo.
Respecto a los momentos que pasó en el interior de la ballena, afirmó: "Sentí todos los músculos duros a mi alrededor. Sentí lo que serían sus mandíbulas aplastando mis piernas, que traté de mover para hacer palanca y poder nadar fuera de la boca. Pero nada funcionaba".
"Estaba convencido de que era hombre muerto. Solo podía pensar en mis hijos, en mi encantadora esposa, y en mi madre, que ha pasado por un infierno", contó el pescador, quien pesnó: "Es así como te vas a ir, Michael, esto apesta".
"Sentí a la ballena subir y vi luz -continuó su relato-. Luego se puso errática, se movía para todos lados. ‘Está tratando de deshacerse de mí’, pensé. Tenía ahora un poquito de esperanza".
Acto seguido, el animal lo expulsó. "De pronto, me sentí liviano, en el aire. Fui arrojado hacia un lado", recordó.
"Estaba tendido en la superficie del mar mirando hacia arriba y pensé: ‘Dios mío, salí de ahí, salí de eso. ¡Estoy vivo! No importa cómo estaré de lesionado, no voy a morir dentro de una ballena’", finalizó Packard.