
Ha dado igual el tiempo desapacible y la noche lluviosa de este lunes de finales de febrero en la capital italiana. Roma está en vilo por la salud del papa Francisco y cientos de fieles se han congregado en la plaza de San Pedro en el Vaticano para rezar el rosario por el pontífice, que lleva desde el 14 de febrero ingresado en el Hospital Gemelli de Roma.
“Son momentos de calma y tensión. Y conforme pasan los días, más nerviosismo que calma”, explicaba a la salida del rezo a Infobae un joven estudiante para sacerdote de Costa Rica, el hermano Sebastián Camacho.
El último parte médico sobre el estado de salud del pontífice, de esta tarde, daba algunas señales para el optimismo, pero nadie se atreve a decir que ya esté fuera de peligro:
“Las condiciones clínicas del Santo Padre, en su criticidad, muestran una leve mejoría. También en el día de hoy no se han producido episodios de crisis respiratorias asmáticas; algunos análisis de laboratorio han mejorado. El monitoreo de la leve insuficiencia renal no genera preocupación.
Continúa la oxigenoterapia, aunque con flujos y porcentaje de oxígeno ligeramente reducidos. Los médicos, debido a la complejidad del cuadro clínico, por prudencia aún no emiten un pronóstico definitivo"
Pese a la preocupación general por la salud de Francisco, son estos momentos difíciles para la Iglesia y sus fieles los que crean un sentimiento común que entrelaza a todos los católicos y les hace sentir, tal y como expresa emocionado el hermano Camacho, parte de “una sola familia”.
“Lo he podido sentir junto a personas de todas las edades, rezando por el papa, acompañándolo, pidiéndole al Señor que si es su voluntad le pueda dar la salud y si no, al menos la fuerza necesaria para atravesar estos momentos”, afirma.
Lo explicaba también a Infobae Raúl Domínguez, que ha venido a Roma desde Marbella en peregrinación por el Tiempo Jubilar: “La oración ha sido muy emocionante. Y muy íntimo y muy bonito. Se respiraba paz y unidad, todos rezando por la salud del papa”.
El poderoso cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, que ha sido el encargado de bendecir a los fieles tras la recitación del rosario en un acto que la Santa Sede ya ha anunciado que se repetirá cada noche, también ha invocado a la Virgen María en estos momentos de “enfermedad y prueba” que le está tocando vivir al pontífice, de 88 años.
“Desde esta noche queremos unirnos nosotros también públicamente a esta oración, aquí en su casa, con la recitación del Santo Rosario. Lo encomendamos a la poderosa intercesión de la Santísima María, a quien invocamos especialmente bajo el título de Salus Infirmorum. Ella, que es nuestra madre amorosa, lo sostenga en este momento de enfermedad y prueba, y lo ayude a recuperar pronto la salud", ha anunciado desde el púlpito.
“Su mensaje de paz”
En estos momentos de incertidumbre, son muchos los que se refugian en la oración común, pero sobre todo, se concentran en subrayar la labor del papa durante su pontificado, su mensaje de paz y su figura como primer papa latinoamericano y jesuita que ha querido llevar por bandera la humildad y el foco en los más necesitados.
“Es importante que él siga mejorando para que siga impartiendo su mensaje de paz”, destacaba Hatzumi Villanueva a Infobae. Villanueva es peruana y vive en Barcelona, ha venido con su madre al bautizo de su sobrina en Roma y se ha acercado esta noche a rezar por el Papa.
“Realmente a nosotros nos sorprende la cercanía que tiene con los niños y cómo ha sobrellevado el tema de la guerra. Y también el mensaje que dio con respecto a la salida de los inmigrantes de Estados Unidos. Claro, como él es un inmigrante, también se identifica mucho con los que estamos en el extranjero”.
Tras el rezo del rosario, el silencio era predominante entre los asistentes.
Poco a poco, los fieles se han ido disgregando por los alrededores de la Piazza di San Pietro y la Via della Conciliazione y los estudiantes de la Universidad Pontificia se han mezclado con turistas despistados que llegaban a última hora para echarle unas fotos a la basílica más importante del mundo católico, con el sacerdote que rezaba en silencio apoyado en las vallas y con algunos miembros de la Curia romana que cuchicheaban entre ellos antes de dar las buenas noches y entrar en sus portales