Israel está concentrando todo el peso de su ofensiva regional en el Líbano para minimizar el poder de fuego de Hezbollah, pero una eventual invasión terrestre, no descartada oficialmente, encontraría muchísima más resistencia que la que opuso Hamas en la Franja de Gaza, hoy devastada y condenada a un segundo plano de la guerra.
Un arsenal moderno provisto por Irán y un ejército de facto organizado y temible, sumado a una amplia red de sofisticados túneles cerca de la frontera, representarían un desafío complejo en el terreno para las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
“Mientras Hezbollah no retroceda, nuestra población refugiada no puede regresar a sus hogares en el norte. Mientras no estén creadas las condiciones para que nuestra población civil vuelva a sus hogares, todas las opciones están sobre la mesa”, dijo el vocero en español de las FDI, Roni Kaplan.
Unas 60.000 personas fueron desplazadas desde el norte de Israel desde el inicio de la guerra el 7 de octubre del año pasado. Con la ofensiva en Gaza controlada y con Hamas reducido a su mínima expresión, sin poder de reacción pero con un elevado costo de vidas civiles, el gobierno de Benjamin Netanyahu necesita que el norte del país recupere un viso de normalidad.
Pero el regreso de las decenas de miles de personas que hoy viven refugiadas en distintos puntos de Israel no parece ser una tarea fácil, mientras crecen las presiones internas para alcanzar un acuerdo de alto el fuego en Gaza que permita la liberación del centenar de cautivos que aún siguen en poder de varias facciones palestinas en la Franja. Netanyahu necesita presentar “triunfos” palpables antes de primer aniversario del brutal ataque de Hamas el 7 de octubre próximo.