
No piensa tirar la toalla. El presidente Pedro Sánchez graficó este miércoles con estas palabras su decisión de no renunciar ni convocar nuevas elecciones por el escándalo de corrupción dentro de su partido, el PSOE.
“No voy a tirar la toalla y vamos a continuar”, dijo el jefe del gobierno de España en el Congreso, donde asistió a dar explicaciones por las coimas que dos ex secretarios de organización del Partido Socialista habrían cobrado a cambio de conceder contratos de obras públicas a empresas privadas.
Sánchez fue presionado por los grupos parlamentarios para que se produjera la sesión fuera de agenda de este miércoles después de que un informe de la Guardia Civil revelara indicios de que Santos Cerdán, ex número dos del PSOE; José Luis Abalos, quien ocupó el cargo antes que Cerdán y también fue ministro de Transportes de Sánchez, y un ex chofer y asesor suyo, Koldo García, se habrían quedado con “mordidas”.
Reiteró sus disculpas por haber confiado en quienes no debía y anunció un plan anticorrupción, sanciones a las empresas que paguen coimas y la creación de una Agencia de Integridad Pública.
Los partidos que dieron su “sí” la reelección de Sánchez en 2023 lo retaron y lo amenazaron con dejarlo caer. Pero, por ahora, no lo harán.
Recuperar la confianza
“Aspiro a recuperar la confianza de los grupos parlamentarios que apoyaron mi investidura como presidente del gobierno”, le dijo Sánchez.
“La traición de unos pocos no puede manchar al resto”, postuló el jefe del gobierno y se autodefinió: “Con el orgullo de ser un político limpio y que lidera un partido ejemplar”.
“Estoy aquí para recuperar la confianza, para despejar las dudas que tengan los ciudadanos, contando todo lo que sé”, comenzó su exposición ante el Parlamento.