Zulemita Menem y Carlitos Nair Menem supieron forjar una grata relación en los últimos años. Si bien ambos son hijos de Carlos Menem, no comparten la misma madre y sus vínculos se empezaron a hacer más estrechos de grandes. Parecía una relación inquebrantable, sobre todo porque la empresaria estuvo en los momentos más comprometidos de Carlitos y él siempre se lo agradeció.

Pero la muerte del expresidente, los millones en juego producto de la herencia, se llevaron por delante los sentimientos. Hoy están enfrentados, en una guerra judicial desde abril, que Nair Menem la acusó de “administración fraudulenta” y “circunvención de incapaces” en la sucesión de su padre. La causa avanza y en las últimas horas Carlitos habló del tema.

Sucede que se habla de una de las herencias más grandes del país, pero los números reflejan otra cosa. En una cuenta hay 10 mil dólares y en otra hay un depósito de 259 pesos. Sí, ese es el número. No está mal escrito. Se dice que Zulemita heredó muchas tierras y propiedades antes de la muerte de su padre, que se habría aprovechado de su salud endeble para hacerle firmar esas cuestiones.
Al referirse al tema en América Noticias, comenzó: “Más que defraudado, me siento traicionado porque es mi hermana”, comenzó y luego detalló el momento en el que se quebró la relación: “Fue cuando yo me di cuenta de que la relación era por otros intereses, por eso me siento traicionado y dolido”.

Por otro lado, remarcó que los regalos presidenciales, como obras de artes, joyas y demás, no hay nada. Agregó que ella era la que manejaba todo y que por eso dijo basta y decidió ir a la Justicia para encontrar claridad. Remarcó que no sabe en qué condición están el resto de los herederos. “Yo estoy haciendo esto por mí. En lo judicial no me fijo en lo que está haciendo el resto de los herederos”, remarcó.
“Ella era depositaria judicial de un objeto que no está presentado en la sucesión: eso te demuestra que todas estas imputaciones tienen un gran viso de realidad”, remarcó, haciendo referencia al famoso anillo de oro con una piedra ónix incrustada y que tiene un valor incalculable y se llevaría a una subasta, por ejemplo.