Desde que se dictó la cuarentena social, preventiva y obligatoria para aletargar el contagio del coronavirus, hace ya más de un mes, Daniel Casalnovo bajó la persiana de su atelier y no volvió a trabajar. Tenía esperanza de que la situación se solucionara en un tiempo prudencial y que su espalda le permitiera sostener el negocio pero entró en una situación crítica: le suspendieron todas las bodas que tenía programadas, tiene que pagar alquileres y sueldos de empleados y no encuentra salida. En charla telefónica con Pronto, el reconocido modisto declaró: “Al comienzo, cuando se habló por primera vez de la cuarentena, pensé que iba a ser 15 días y me la banqué porque suponía que luego íbamos a volver a trabajar. Tenía 23 bodas en el local de Palermo más la de Belén Francese, que se pasó para fin de año, y en el local de La Plata, que es una franquicia mía, tenía otras 18 bodas más que se suspendieron. En total, me cancelaron 42 bodas y estoy desesperado”.

-¿Cómo pensás sobrellevarlo?

-Hoy llevo mi día número 32 aislado en mi casa pero hace dos semanas, saqué un permiso especial para ir hasta el local de Palermo, entré, subí la persiana y me traje a mi casa el fichero con todos los teléfonos de mis clientes. “Van a llamar al local y no van a encontrar a nadie”, pensé y me tomé el trabajo de llamar a uno por uno desde mi casa. Incluso ahora puse mi Whatsapp personal en mi cuenta de Instagram porque no quiero quedar mal con la gente. Las bodas se pasaron todas para septiembre en adelante.

-¿Entonces?
-La gente no puede ir al banco ni hacer depósitos de dinero, así que no me está entrando nada y además mi rubro está muy perjudicado porque los novios tienen que ir al local y probarse los trajes en persona. De acá a septiembre no puedo estar con el negocio parado porque tengo que seguir pagando alquileres, sueldos y no tengo ninguna entrada. Es muy preocupante que hayan dejado para lo último a nuestro rubro: otros comercios pueden abrir pero las casas de alta costura no. Los diseñadores hacemos vestidos para fiestas pero al no haber eventos, está todo parado. Y de acá a octubre falta mucho. Es demasiada la incertidumbre.

-¿Cómo manejás esa incertidumbre?
-Es desesperante. Si bien las fechas de los casamientos están pautadas de septiembre en adelante, a nosotros todavía no nos dejan abrir los locales ni siquiera a puerta cerrada para probar la ropa, tomar medidas y que me vengan a dejar plata porque no tengo cómo seguir pagando si no me entra dinero.
-¿Cómo estás sosteniendo tu estructura?

-Me estoy comiendo los ahorros y puse en venta mi camioneta. ¿Sino como vivo hasta que se levante la cuarentena? Tengo empleados, pago cargas sociales, impuestos, luz, teléfono y tengo dos alquileres que pagar porque me estaba mudando de Palermo a Recoleta cuando pasó todo esto del coronavirus. Justo me agarró la cuarentena y tengo dos alquileres que pagar por dos negocios que están cerrados. ¡Imaginate cómo estoy! Me mata y me desespera. Sé que es un problema de salud mundial y no estoy en contra del Presidente pero necesito al menos abrir la tienda e ir solo yo a atender, con todos los recaudos necesarios, barbijo, higiene extrema y que el cliente se lave las manos con jabón apenas entra al local.
-¿Estás pasando el aislamiento solo?
-Sí: vivo solo y tengo a mi mamá en el mismo edificio unos pisos más abajo. A mi mamá no la dejo salir a ningún lado porque tiene 81 años y en este mes solo la llevé ayer a vacunarse; fue el único día que salió después de tanto tiempo. Está perfecta, gracias a Dios, y quiere trabajar pero no la dejo. Le hago las compras, le fui a cobrar la jubilación al banco y la cuido como oro a ella y a mí mismo también. Me estoy comiendo los ahorros y voy cambiando dólares para sobrevivir y comprar alimentos. Vivo al día como la mayoría y no soy millonario, como mucha gente se piensa cuando te ven que salís por televisión. Aprendí a cocinar y paso mucho tiempo del día respondiéndoles a los clientes, que están ansiosos y con muchas dudas.

-¿Contenés por teléfono a los futuros novios?
-Es difícil la situación: muchas parejas tienen pagado el catering, el salón y toda la fiesta que harán a fin de año pero la ropa se la tienen que venir a probar al atelier. No es un jean que puedo mandar con una moto por delivery: con los trajes hay que tomar medidas, probar y llevarse todo arreglado y perfecto. ¡No puedo mandar un smoking por moto! Es un rubro muy personalizado y estamos muy afectados. Así como a Maradona le cortaron las piernas, a mí me cortaron las manos. Estoy desesperado.