Ricardo Centurión es un inestable guardián de un inmenso talento. Con altibajos, con polémicas, con una personalidad que a veces se convierte en su máxima enemiga, pero también con una capacidad de desequilibrio prácticamente sin igual en el fútbol argentino.
Y cuando el fútbol, su fútbol, prima por sobre sus problemas de conducta, no hay con qué darle. O si no pregúntenles a los defensores del Aucas, que, a falta de 15 minutos para el final, lo vieron tomar la pelota a pocos metros de la puerta del área y no pudieron frenarlo. Al ex Racing y Boca le agarraron unas ganas de pisarla y encarar... y ya que estaba, también, de clavar un golazo. Se sacó de encima a uno, dos, tres de los ecuatorianos y, con un pie a pie lírico, quedó mano a mano con el arquero Frascarelli, a quien venció con un remate al palo izquierdo.
Para colmo, esa definición no fue simplemente la frutilla del postre en una goleada, sino la llave que encontró Vélez para abrir un partido que le estaba resultando chivísimo. Centu, en su primer encuentro como titular con la V azulada (había ingresado algunos minutos contra Aldosivi por la Superliga), había amagado en el primer tiempo con convertir y hasta tuvo un par de buenas asistencias que pudieron haber quebrado de manera temprana la resistencia ecuatoriana. Ya sea por la falta de confianza o minutos que Ricky está recuperando, o por mala fortuna, el Fortín no pudo durante 75 minutos contra un rival que sorprendió por su nivel e intención de pararse de igual a igual.

Hasta que apareció ese jugadón de Centurión que rompió con la paridad. Ojo, para el Gringo Heinze la ajustada victoria no es del todo una buena noticia, ya que ahora deberá defender la ventaja en los 2.850 metros de altura de Quito (el martes 18/2). Vélez, evidentemente, sigue teniendo problemas de efectividad y, por su vocación ofensiva, a veces sufre de algunos desacoples que puede pagar caros.