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Deportes

El Papa Francisco, el fanático de San Lorenzo que llevó su pasión al Vaticano

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Jorge Mario Bergoglio, más conocido como el Papa Francisco, falleció este lunes a los 88 años en la Casa Santa Marta del Vaticano. Su vida, marcada por la fe y el compromiso social, también estuvo atravesada por una pasión profunda e inquebrantable: San Lorenzo de Almagro.

Nacido el 17 de diciembre de 1936 en el barrio porteño de Flores, el pequeño Jorge creció corriendo detrás de una pelota, aunque él mismo se definía como un "pata dura", expresión que en Buenos Aires describe a los que juegan mal al fútbol. “Siempre me gustó jugar, aunque no fuera bueno. A los que éramos así nos llamaban pata dura. Pero igual jugaba, muchas veces de arquero”, recordó en su autobiografía Esperanza (2025), escrita junto al periodista italiano Carlo Musso.
El hincha que se convirtió en Papa
Desde joven, Bergoglio fue fanático del Ciclón, un club fundado en 1908 por un cura, el padre Lorenzo Massa, cuya inspiración siempre admiró. En su niñez, acompañaba a su padre al Viejo Gasómetro y quedó enamorado del legendario equipo campeón de 1946, especialmente de su ídolo René Pontoni, goleador y emblema de aquella inolvidable delantera con Farro y Martino.
“Vi casi todos los partidos en casa del campeonato de 1946. Más de 70 años después, tengo presente a aquel equipo como si fuera ayer: Blazina, Vanzini, Basso, Zubieta, Greco, Colombo, Imbelloni, Farro, Martino, Silva... y luego Pontoni”, escribió con nostalgia.

El pontífice que llevó el fútbol al Vaticano
En 2013, Bergoglio se convirtió en el primer Papa argentino y latinoamericano, y desde el comienzo dejó en claro su amor por el fútbol. Recibió en el Vaticano a delegaciones de equipos de todo el mundo y saludó con alegría a los fieles que se acercaban con camisetas de Argentina y San Lorenzo.
Durante su papado, San Lorenzo vivió uno de los momentos más gloriosos de su historia: la conquista de la Copa Libertadores 2014. El propio Matías Lammens, entonces presidente del club, viajó con una comitiva al Vaticano para entregarle el trofeo. “Torrico le llevó los guantes con los que atajó en la final y el Papa no podía creerlo”, recordó el exdirigente. Según contaron, Francisco se levantó a las 4 de la mañana solo para conocer el resultado del partido.
Más allá de San Lorenzo
Como buen argentino, también vivió con intensidad los triunfos de la Selección Argentina. Celebró los títulos en los Mundiales de 1978, 1986 y 2022, y se emocionó especialmente con Diego Armando Maradona, a quien conoció en persona. En una entrevista de 2021 con La Gazzetta dello Sport, lo describió como “un poeta en la cancha, un gran campeón que dio alegría a millones, aunque fuera muy frágil”.
Su vínculo con el fútbol iba más allá del juego: lo veía como una herramienta de transformación social, una idea heredada del espíritu del padre Massa y que lo llevó a promover valores de inclusión y fraternidad a través del deporte.

El legado del hincha eterno
En el Nuevo Gasómetro, una estatua lo recuerda con sotana blanca, solideo y una bufanda azulgrana al cuello. Y si todo marcha como lo planeado, el futuro estadio en los terrenos del Viejo Gasómetro llevará su nombre, aunque él mismo confesó que la idea no le entusiasmaba.
Aquel chico tímido que atajaba en los potreros de Flores y recitaba de memoria la delantera del ’46 terminó tocando el cielo, pero sin olvidar jamás sus raíces. El Papa Francisco fue, además de líder espiritual, un hincha fiel, un pata dura feliz y un testimonio viviente de que el fútbol también puede ser sagrado.

Fuente: Diario Panorama
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