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Con doblete de Messi, la Scaloneta dio otro show en el Monumental en su último partido oficial en Argentina

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La fiesta fue completa. Nadie tenía certezas de que era la última (oficial) en el Monumental o no, pero qué importa. Lionel Andrés Messi regala alegrías como si fuese un Papá Noel eterno. Puede estar jugando un partido complejo desde lo sentimental, pero en un ratito se sube al pedestal y demuestra que nadie aún le quitó el trono del mejor jugador del mundo. Por más que el DNI canta 38, por más que las piernas no respondan exactamente igual a las órdenes que da el cerebro, Leo sigue siendo la bandera de la Selección y continúa dejando marcas en la historia: dos goles y más magia. En lo que fue, según confirmó luego del 3-0, que fue su último partido oficial en el país.
Leo se preparó diferente para una noche especial. Y eso se notó en la previa, cuando en pleno campo de juego del Inter Miami se despachó con que "será el último partido" por los puntos en el país. No lo vivió como otro de los 194 partidos que ya disputó con la Selección. Decidió que debía darle un valor extra y así lo hizo.

Más allá de que no está bien desde lo físico y que acarrea una molestia muscular, hace más de 10 días que les dijo a sus íntimos que vendría a jugar. Era más importante en la matemática para Venezuela que para una Argentina, pero está en un momento de su vida en que siente que debe disfrutar e impregnarse de tanto cariño. Ya vivió muchas muestras de afecto en más de 20 años de carrera, pero ahora todo eso le pasa con sus hijos más grandes.

Por eso este jueves decidió que sus chicos dejaran el calor de Miami para venir al gélido clima de Buenos Aires, Y, como nunca en su carrera y en un partido por los puntos, salió con ellos al campo de juego. Claro, que antes ya había mostrado su lado más sensible cuando apenas la gente lo empezó a corear en el calentamiento previo, sus ojos se llenaron de lágrimas. Le costó contenerse y más cuando levantó la cabeza y miró al palco: ahí estaban todos. Antonela, papá Jorge, mamá Celia, sus tres hermanos, sus cuñados, sus sobrinos. Todos. Entonces, le bajó la película, esa que cuenta de muchos sinsabores, de críticas despiadadas, de alegrías que pegaron en el palo, hasta que rompió la pared y los títulos cayeron como catarata para una Selección que él lidera y que hace cinco años es la mejor del mundo.

Tragó saliva en la entrada en calor para tratar de salir del shock emocional. Pero le costó. Una vez que lo superó en el vestuario, después de un abrazo con el utilero Marito, otro momento top lo esperaba. Vestido con la celeste y blanca, con la cinta de capitán, sus tres hijos lo aguardaban en el túnel. Ahí se dio una imagen tierna: con abrazos, mini charla de papá y nenes, y hasta el momento de peinar a Mateo...
En la hora del himno y rodeado de los peques, todo el tiempo jugó con su lengua por la boca, tratando de contener su emotividad. Una vez que sus hijos se perdieron en el vestuario, él intentó meterse en el juego. Le costó un montón: impreciso y fuera de tiempo, como si cada pelota fuese una eterna despedida. El partido transitaba anodino, con algunas espasmos de la Selección, que no habían partido de sus pies, salvo esa guapeada que terminó en el zurdazo de Tagliafico.

Pero Messi siempre cumple y dignifica. Y cuando el frío y el silencio se apoderaban de la noche, el 10 le devolvió la entrada a todos. Recuperación y pase top de Paredes, jugadón y asistencia de Julián, para que Messi, con una pinchadita y entre cuatro rivales, convierta su gol número 114 en la Selección, para seguir estirando récords: el jugador con más partidos en Eliminatorias (alcanzó con 72 a Iván Hurtado) y su primer tanto en este 2025. ¿Otra marca imposible? Hay: hacer goles en los últimos 20 años de manera consecutiva.
Y nada de cambiar las costumbres en una noche distinta. De gestos está hecho el capitán y en lugar de correr a buscar su festejo, la metió y como si fuese un día más en la oficina, lo primero que hizo fue señalar a Julián, agradecerle, saludar a sus compañeros y recién ahí levantar sus brazos al cielo para dedidarle un gol más a la culpable de este amor que será eterno: su abuela Celia, aquella que lo llevó a Grandoli con solo cuatro años.

En el ST se vio el Messi top de siempre, una costumbre en el último tiempo, cuando le cuestan los primeros 45' y después se destaca en el complemento. Se perdió el segundo y el tercero, pero luego le pidió copyright a Maradona con Nigeria en el 94 para el grito de Lautaro. Otra noche en la que Lionel Andrés pone su sello y marca después el tercero, para dejar en claro que es el dueño de la gloria eterna.
Al final, saludó a sus compañeros uno por uno y confirmó que, por lógica, fue su último partido oficial en el país. Lo importante es disfrutarlo y sentir cada vez más fuerte que tendrá su sexto Mundial, aunque él prefiere no confirmarlo e ir paso paso. Y después, qué más. Solo desear que Messi juegue para siempre.

Fuente: Diario Panorama
Fútbol Doblete Messi Scaloneta Monumental
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