
El boxeo argentino está de luto. Este jueves falleció Alejandra “Locomotora” Oliveras, histórica exboxeadora y seis veces campeona del mundo en cinco categorías distintas, a los 47 años. La oriunda de Alejandro, Córdoba, había sufrido un ACV el pasado 14 de julio, y estuvo internada durante 14 días hasta que su cuerpo dijo basta.
Su historia de vida fue tan impactante como su carrera deportiva. Desde muy joven enfrentó una realidad marcada por la violencia, la pobreza y la exclusión, pero supo transformar el dolor en fuerza para convertirse en una de las grandes glorias del deporte nacional.
A los 15 años fue madre, víctima de una pareja que la golpeaba incluso durante el embarazo. Diez días después del parto, el hombre golpeó al bebé, y eso marcó un punto de inflexión en su vida. “Yo siempre supe que vine a esta vida para ser feliz”, dijo alguna vez. Con lo poco que tenía, volvió a su pueblo con su hijo, decidida a cambiar su destino.
El inicio en el boxeo fue casi por casualidad. Trabajaba en una radio leyendo noticias porque no había podido estudiar, y al aire dijo en broma que le gustaría pelear. Un boxeador la escuchó y le organizó una pelea. Así nació la Locomotora: venció a “La Yarará”, una vecina temida por sus peleas callejeras. Su primera victoria.
Entrenaba en un gimnasio de Adelia María, donde al llegar, el entrenador le dijo: “Vos no estás en condiciones de pelear ni contra tu sombra”. Pero a fuerza de voluntad, coraje y talento, logró hacerse respetar incluso en un ambiente hostil, donde muchos hombres la despreciaban y la humillaban.En 2006, tras una dolorosa traición amorosa —descubrió que su marido y su hermana tenían una relación—, viajó a México y conquistó su primer título mundial del CMB (WBC). A su regreso, le robaron los 2.800 dólares del premio, pero ni siquiera eso la detuvo.
Se retiró como una leyenda, con seis títulos en su haber y un legado inquebrantable. En 2018, abrió dos gimnasios en Santa Fe, uno gratuito para chicos de bajos recursos, con una condición: todos debían llevar su libreta escolar. Su misión era clara: alejar a los jóvenes de la calle y enseñarles que se puede salir adelante.
Alejandra Oliveras fue mucho más que una boxeadora. Fue un ejemplo de lucha, una mujer que convirtió el sufrimiento en gloria y que marcó un antes y un después en el deporte argentino. Su recuerdo vivirá en cada rincón donde alguna vez sonó la campana y también en cada historia de superación.