Las elecciones federales en Alemania han culminado con la victoria de la derecha, con la ultraderecha reforzada (duplica el porcentaje de voto de los últimos comicios) y con los socialdemócratas con el peor resultado de su historia. Tras el escrutinio, que todavía es provisional, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Friedrich Merz ha obtenido un 28,5%, y se alza con la victoria. Arrebata, así, el liderazgo a un desgastado Partido Socialdemócrata (SPD) con el que, sin embargo, configurará una gran coalición que garantice la gobernabilidad.
Resultados Mayoría absoluta:316 escaños Escrutado:100% Participación82,5%
"La coalición semáforo [conformada por el SPD, Los Verdes y los liberales del FDP]ha sido finalmente derrotada: el nuevo canciller será Friedrich Merz", ha anunciado el secretario general de la CDU, Carsten Linnemann.
"Vamos a gobernar y vamos a seguir adelante", ha garantizado Merz en una alocución arropada por los vítores de sus seguidores. Un discurso triunfal para unos resultados inferiores a los que anticipaban las encuestas y que, además, no son comparables con las victorias electorales de la CDU de Angela Merkel, histórica adversaria de Merz dentro del partido, que rara vez obtuvo menos de un 30% de los votos.
La CDU tiene ahora la difícil labor de concretar la coalición y arrancar las negociaciones con sus posibles socios para gobernar en mayoría. El escenario más probable es el de una gran coalición con el SPD (con el cien por cien de los votos escrutados, suman 328 escaños, cuando la mayoría absoluta está en 316), aunque también sería plausible configurar un acuerdo de hasta tres partidos, en este caso la llamada "coalición Kenia", formada por socialistas, conservadores y verdes.
Mucho más contundente ha sido el desempeño del partido de extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD). Con su 20,8% de voto, ha duplicado el número de escaños con respecto a 2021 (consiguió entonces un 10,4% de voto y 77 diputados frente a los 152 actuales), haciéndose con una quinta parte del legislativo alemán. La joven formación ultra, fundada en 2013, sale reforzada tras una campaña marcada por una serie de ataques violentos, que han alimentado el discurso contra la inmigración, así como por las intervenciones en su favor por parte de la Administración del presidente Trump.
El SPD del canciller Olaf Scholz ha sufrido una dolorosa y anticipada derrota, terminando en un tercer puesto con el 16,4% de los votos, algo más de ocho millones de papeletas, y muy castigado por los vaivenes de la "coalición semáforo". Con su peor resultado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Scholz quedará definitivamente fuera de la primera línea política después de afirmar en el primer debate poselectoral —en la denominada "ronda de elefantes"— que no participará en las negociaciones con la CDU ni formará parte de un Ejecutivo con Merz con un cargo de ministro.
Los Verdes de Robert Habeck, autodenominados "supervivientes", han sido los socios del anterior Gobierno que han salido mejor parados en las urnas. Con un 11,6% y 85 escaños, aguantan el pulso y evitan la caída en el abismo, pero es difícil que Merz quiera contar con ellos.
La debacle no la han podido evitar los liberales del Partido Democrático Libre (FDP) ni los populistas de izquierda de la Alianza Sahra Wagenknecht-Por la Razón y la Justicia (BSW, en sus siglas en alemán). Con un 4,3% y 4,9% respectivamente, no superan la barrera mínima del 5% para entrar en el Bundestag.
Como consecuencia de los malos resultados, el líder liberal del FDP, Christian Lindner, ha anunciado su renuncia a la política.
En cuanto a la formación de izquierda, Die Linke, ha incrementado sus escaños con respecto a las anteriores elecciones, pasando de 39 a 64 (8,8%) gracias a haber sido capaz de aglutinar el voto joven y femenino de las grandes urbes. El dato global de participación electoral ha sido del 82,5%, la más alta desde la reunificación. Son, también, seis puntos más que en 2021.
Merz: "Esto es una responsabilidad y la voy a asumir"
"Bienvenidos a la casa de la CDU" ha exclamado Merz nada más conocerse las estimaciones de los sondeos a pie de urna. El líder de la CDU no ha dudado en reclamar la victoria en las elecciones generales y ha pedido "negociaciones rápidas" en vista de las grandes crisis que hay en el mundo. "Sé que esto es una responsabilidad y la voy a asumir", ha prometido.
Merz también ha lanzado mensajes a sus rivales políticos, y ha señalado que, más allá de la contienda electoral, es necesario "hablar" para formar un Gobierno con una mayoría parlamentaria "con rapidez". "El mundo de ahí fuera no nos espera", ha advertido.
Al mismo tiempo, ha mostrado en la televisión pública alemana sus diferencias con la AfD, y se ha opuesto categóricamente a gobernar con Wiedel. "Mis votantes y sus votantes sabían que no íbamos a gobernar juntos. Nos puedes tender la mano, pero no vamos a hacer una política errática; no vamos a gobernar juntos", ha sentenciado.
Al contrario que Scholz, Merz no cuenta con experiencia previa en el Gobierno, pero ha prometido proporcionar un liderazgo "mejor" y establecer más vínculos con aliados clave, devolviendo a Alemania al "corazón de Europa".
Un resultado histórico para la AfD
"Nunca hemos sido más fuertes a nivel nacional", ha festejado la colíder de la AfD, Alice Weidel, en la sede del partido. Ha sido la primera figura política en celebrar ante los medios los históricos resultados de su formación y, pese a la existencia de un sólido cordón sanitario en Alemania, no ha dudado en ofrecerse a Merz para formar Ejecutivo.
"Somos el único partido que ha duplicado su resultado. Nos querían reducir a la mitad y ha pasado lo contrario. Nuestro brazo siempre estará extendido para entrar al Gobierno y hacer realidad la voluntad del pueblo", ha afirmado Weidel. "De lo contrario, no será posible un cambio político en Alemania", ha recalcado.
"Si hay una coalición entre los rojos y los verdes, [Friedrich Merz]no durará como canciller", ha señalado durante la "ronda de elefantes".
Este giro hacia la derecha llega en un momento crucial para Alemania y para Europa, sorprendida por la injerencia de socios de Trump en la campaña electoral, los temores de una ruptura del vínculo transatlántico y las amenazas de mayores aranceles aduaneros.
Asimismo, la inmigración se ha situado en el centro del debate, con posturas cada más duras por parte de casi todos los partidos políticos. Un cambio profundo en el sentimiento de la opinión pública alemana que ha pasado del "Refugiados, bienvenidos" auspiciado por Merkel durante la crisis migratoria de 2015, al discurso duro en contra de los migrantes que la AfD ha logrado popularizar promocionando un discurso contra los extranjeros.
Scholz: "El resultado es una derrota"
Frente a las celebraciones de Merz y Weidel, el canciller y líder de los socialistas del SPD, Olaf Scholz, ha admitido el fracaso en los comicios y ha felicitado a la CDU por su victoria. Pero pese a los resultados, ha dicho que no renuncia a llegar a postularse como canciller, una posibilidad remota e improbable.
"El resultado del SPD es una derrota, y hemos de decirlo con claridad. Tenemos que seguir avanzando", ha afirmado Scholz con rostro serio.
"Es una noche muy amarga", ha señalado a su vez el secretario general del SPD, Matthias Miersch. Unas palabras similares a las del ministro de Defensa y miembro del SPD, Boris Pistorius, quien ha tildado los resultados de "catastróficos".
"En las últimas elecciones el resultado fue mejor y asumí la responsabilidad. Esta vez, también", ha asegurado y ha incidido en la necesidad de vetar a la AfD del Gobierno. "El hecho de que [la ultraderecha]haya obtenido este porcentaje de voto significa que no podemos quedarnos de brazos cruzados".
Los socios de coalición, en el aire
Más allá de su victoria, la CDU deberá pactar con otros partidos si quiere gobernar Alemania. Un proceso complejo que, sin embargo, Merz desea lograr "como muy tarde en Semana Santa", según ha asegurado a la cadena Phoenix.
Pese a la disposición de Merz a una negociación con la formación ecologista de Habeck, que calificó de socio "razonable" durante la campaña, la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), afiliado a la CDU en estas elecciones, ha reiterado sus "dudas" sobre que esta asociación.
"Sigo convencido de que no habrá cambios en la política de Los Verdes y, por lo tanto, no puedo imaginar que se forme una coalición" ha asegurado el líder de la CSU, Alexander Dobrindt. Ambas formaciones mantienen posiciones contrarias en cuanto a la agenda climática y económica, si bien comparten intereses similares en política exterior.
En una posición diametralmente opuesta a las palabras de Dobrindt, Habeck se ha mostrado más proclive a negociar su entrada en el Gobierno. "Los Verdes queremos seguir asumiendo responsabilidad. Si es posible, se verá tras una larga noche", ha afirmado. "Los partidos democráticos debemos actuar al unísono", ha afirmado a su vez la ministra de Asuntos Exteriores y miembro de Los Verdes, Annalena Baerbock.
Firme a su deseo de postularse como candidato a la cancillería, Scholz ha anunciado que no participará en los acuerdos de coalición con el bloque conservador si Friedrich Merz invita a los socialdemócratas. "No seré representante del SPD en un Gobierno liderado por la CDU", ha incidido.
Por otro lado, una de las portavoces de Die Linke, Heidi Reichinnek, ha mostrado su disposición a colaborar "con todas las formaciones", aunque los democristianos han descartado categóricamente cualquier acuerdo con esta formación.
Con la puerta cerrada a la AfD, a Merz le esperan unas prolongadas conversaciones, en primer lugar con los socialistas, que el futuro canciller quiere agilizar al máximo para conformar cuanto antes el futuro Gobierno de Alemania.