En una final que ya estaba definida dentro del campo, Luis Enrique escribió un capítulo bochornoso fuera de él. El técnico del PSG, reconocido por su estilo audaz y la construcción de un equipo que llegó a lo más alto de Europa, no supo perder: luego del 3-0 que le propinó Chelsea en la final del Mundial de Clubes, el español le dio un manotazo en la cara a Joao Pedro, uno de los autores del triunfo inglés.
El hecho fue tan violento como innecesario, y dejó en evidencia que el conductor del equipo francés no estuvo a la altura de las circunstancias. Porque perder una final duele, sí. Pero reaccionar así no solo lo aleja de cualquier justificación, sino que lo retrotrae a un lugar incompatible con el liderazgo que exige el deporte de elite.
Es indiscutible que Luis Enrique se ha equivocado gravemente aquí.
— Pablo Arnao (@Pablo_Ar14) July 13, 2025
Pero más de uno lo ha aprovechado como 'tirita' para tapar su inacción ante otras situaciones de similar índole. O todos, o ninguno.pic.twitter.com/xCulU1Bpvd
Luis Enrique había ganado respeto por su capacidad de armar un PSG total, con variantes tácticas, intensidad y una propuesta ambiciosa. Su equipo enamoró a Europa en la Champions y merecía otra imagen en el cierre del torneo. Pero su accionar —captado por las cámaras y repudiado por propios y extraños— borró en un segundo meses de trabajo y prestigio.
Hay derrotas que enseñan. Pero también están las que desnudan actitudes, las que evidencian la falta de temple. El entrenador que suele brillar con el micrófono en mano y la táctica en la libreta, ahora deberá encontrar las palabras para reconstruir su imagen. Porque en el fútbol también se aprende a perder. Y Luis Enrique, esta vez, falló la lección más básica.