El llanto en las tribunas fue el llanto de los jugadores. El dolor compartido por los de afuera y los de adentro del campo de juego dejó la postal de la tristeza en Godoy Cruz. Después de 17 años, el Tomba volvió a la Primera Nacional en una tarde histórica que provocó una herida. No dependía su suerte de sí mismo, pero el equipo mendocino tampoco pudo -ni supo- subirse a su propio tren por el 1-1 con Deportivo Riestra, en Mendoza.
El Bodeguero no zafó del precipicio al que se fue acercando por una campaña paupérrima, reflejada en una tabla anual que lo condenó. Una victoria en los últimos 20 encuentros (por todas las competencias) sintetiza el andar a los tumbos que tuvo el equipo.
Tampoco dio la talla en su última final. Necesitaba ganar y que Aldosivi no lo hiciera sobre San Martin (SJ). Pero todo le salió al revés. Quedó en deuda con su parte porque la búsqueda desesperada no lo condujo hacia la victoria. Aunque, de haberla conseguido, no le hubiera bastado porque el Tiburón se impuso ante los sanjuaninos.
Cuando San Martín se puso arriba en la chapa en Mar del Plata, en ese rato el Tomba tuvo un par de chances muy claras, una desairada por Manganelli con una tapada descomunal a Rasmussen. Ni siquiera esa entraba. En una tarde dramática, los hinchas veían, con impotencia, cómo su equipo no lograba meter el segundo gol por el que hizo el esfuerzo. Sin ideas y con repetitivos centros, nunca dio su paso adelante para, después, esperar lo que sucediera en Mardel.
Godoy Cruz tuvo una rápida reacción pero se quedó ahí
Se había adelantado Riestra con el 1-0 de Nicolás Benegas, aunque tres minutos más tarde el Tomba lo empardarlo con el tiro libre de Santino Andino (la pelota picó) , el jugador del que dependió excesivamente el equipo local. Los ataques más peligrosos salían de su inventiva, desparpajo y habilidad. Pero no podía él solo.
El Malevo se refugió en la segunda parte, se aprovechó del nerviosismo de su rival y no lastimó de contra. Jugaba, eso sí, con la tranquilidad de ya estar clasificados a los playoffs.
Iba con el corazón Godoy Cruz. Con orgullo y rebeldía, pero sin fútbol ni eficacia en el área ajena. Se quedó a la puerta del segundo gol. Y puso los dos pies en el abismo que lo llevó al doloroso descenso.