Nunca hay que dar por muerto a Estudiantes de La Plata, un equipo hecho para jugar esta clases de duelo. Partidos que no solo se tratan de fútbol en sí, sino de sobrevivir, subsistir y golpear en los pocos momentos en los que el rival baja la guardia.
La noche pintaba negra para el Pincha, que perdía 1-0 a los 15 segundos. Sí, el Flamengo sacó del medio y la mandó a guardar luego de un fallo de Facundo Rodríguez que terminó con una excelsa definición de Pedro Veiga. Así empezó el encuentro para los de Domínguez, que lucían con los guantes bajos contra un rival que pegaba duro. Por si fuera poco, a los 9 minutos llegó el 2-0 y la goleada parecía ser un futuro inevitable. Allí, Estudiantes sobrevivió por Fernando Muslera. Cuánto vale ese manotazo que le negó el 3-0 a Pedro, que remató a tres metros del uruguayo que sacó una pelota que vale oro. Allí, Estudiantes empezó a acomodarse y, sobre todo, empezó a creer.
Estudiantes cayó 2-1 ante Flamengo y está con vida
Ya en el complemento, Eduardo Domínguez entendió que tenía que acomodar el mediocampo para evitar que los delanteros rivales quedaran mano a mano con los defensores del León. El ST fue otra cosa, Estudiantes se animó a salir, a ir a buscar un descuento que lo mantuviera vivo en un Maracaná colmado. La noche empezó a verse menos nublada para el León, que empezó a encontrar espacios y conectar pases.
Flamengo se empezaba a desconectar, físicamente se quedó y ya no fluía como en el primer tiempo. El quiebre fue la expulsión de Gonzalo Plata, que vio la roja injustamente por una plancha que no fue sobre Rodríguez (el del Pincha le pega al del Fla). Ahí está la virtud del entrenador, que no dudó y metió a Alario y Pérez, dos delanteros puros, mientras que Filipe Luís plantó línea de cinco para aguantar los últimos diez minutos.
Cuando el encuentro se moría y el 2-0 ya no era tanto negocio como en el cierre de la primera parte, Estudiantes sacó la mística, ese fuego sagrado tan abstracto como real que tienen los de La Plata en este tipo de encuentros.
A los 46’, Carrillo empalmó una pelota que había desviado Román Gómez para decretar un 2-1 que era impensado en el Maracaná una hora antes. Por si fuera poco, Alario casi pone el empate en un cierre de partido que fue un calco de lo que ocurrió entre River y Palmeiras. Estudiantes está vivo contra un rival deluxe que jugó un primer tiempo a nivel europeo, pero que lo dejó vivo. Ahora, Estudiantes va por la épica en su cancha, con su gente y con su historia. Una historia viva.