Meses atrás, los horticultores de la Región Productiva de Santa Lucía, en la provincia de Corrientes, prefirieron tirar los cajones de 20 kilos de tomates antes que aceptar que se los pagaran a solamente $3.000. En ese momento, la importación desde Chile cubrió la demanda interna y el precio de los productores correntinos se ubicaba 115,3% por encima de Buenos Aires, 102% más que en Corrientes y 100% más que en Jujuy.
En ese entonces, se combinaron la caída en la superficie sembrada, junto a las adversidades climáticas, la presión de las importaciones y la falta de financiamiento.
Pero ahora el problema es otro. Ante una sobreoferta de producción, los precios se desplomaron, de tal modo que el horticultor recibe por un cajón de 20 kilos lo mismo que el consumidor paga por kilo en las góndolas, según reveló un referente del sector, el productor Miguel Tomasella, al diario correntino Época.
En diciembre se pagaba, en el mejor de los casos, 4 mil pesos por cajón de 18 kilos, menos de la décima parte de lo que cobra la verdulería al consumidor.
Rápido deterioro
Las verdulerías o los mercados centrales argumentan que, debido a la cantidad de tomates en el mercado interno, el precio baja, impulsado sobre todo por la rapidez con que se deteriora naturalmente cada unidad.
“Una de las quejas de los centros de distribución es que están muy maduros“, adujo Tomasella.
Los precios de las hortalizas no tienen que ver con los costos de producción, ya que se trata de mercados en los que el productor es el eslabón más débil. El precio se forma en el puesto de la feria, el camión y la cámara frigorífica.
Así es como, debido a la falta de rentabilidad, muchos horticultores evalúan dejar la actividad en los próximos meses. Es por ello que planean regalar la producción como lo hicieron en años anteriores.
Podrían hacerlo en la rotonda de acceso a Goya, donde ahora los productores de la zona están ofreciendo mercadería “al precio que quiere llevar la gente”.
Uno de ellos admitió: “No nos queda otra alternativa. La otra es tirarlos”.
Tomasella puso de relieve que “no se está viendo la gravedad de la situación ya que, si no trabajamos, no tendrán más para vender. En consecuencia, habrá escasez y los valores del kilo subirán fuertemente”.
“Lo que hoy se desecha en las chacras podría mañana escasear en las góndolas”, enfatizó.
Ante este escenario, el productor manifestó el descontento de los productores de la zona: “Estamos con el ánimo por el piso en la zona. No sé si en mi caso particular seguiré cosechando la fruta. Para salvar la campaña necesito recibir unos $15.000 por cajón”. O sea, cinco veces más que hoy le están ofreciendo.
Sólida demanda global
La demanda de tomates es alta y constante a nivel global, con un mercado que se estimaba en 164,68 millones de toneladas en 2024 y se proyectaba un crecimiento del 3,9% anual hasta 2034, alcanzando 232,84 millones de toneladas, según informes de expertos mencionados por NA.
En la Argentina, el consumo per cápita anual de tomate fresco es de aproximadamente 16 kg.
La comercialización involucra diferentes canales, incluyendo la venta directa al consumidor, la venta a través de comisionistas y la participación en mercados concentradores y ferias francas.
La producción se concentra en varias provincias, como Mendoza, San Juan, Salta, Jujuy y Buenos Aires, esta última con importantes cinturones hortícolas.