
Robbie Williams es una de las figuras más reconocidas del mundo pop. A lo largo de varias décadas, el artista británico se posicionó en los primeros lugares de las listas de éxitos y sorprendió a sus fans en cada una de sus actuaciones.
En sus redes sociales, el cantante se sinceró sobre su relación con sus seguidores. “Estoy sentado en un vuelo, atravesando América. Hasta ahora tuve tres interacciones con otros pasajeros. Uno de ellos me entregó una bonita carta con amables palabras sobre mi documental y luego me pidió una foto”, arrancó contando Robbie en el mensaje.
“Le respondí. Le expliqué que llevaba levantado desde las 4.30 de la mañana, que había dormido dos horas y que había llevado a mis cuatro chicos al aeropuerto. Tengo ojeras y ansiedad. Les expliqué que si venían y se hacían una foto conmigo, mi ansiedad se dispararía porque toda la cabina empezaría a preguntarse quién soy. Ese tipo de atención solo acumularía más ansiedad. No dije que no, contesté, ofrecí la carta y dije: ‘Mucha gente tiene fotos conmigo, pero nadie tiene una de estas”, agregó en su posteo.
El músico contó que la gente suele pensar que un famoso tiene que estar accesible las 24 horas del día y los siete días de la semana. “De lo contrario sos malo. No hay término medio. Escuché decir: ‘Esta gente te puso donde estás, así que es tu deber’. Pero ese pensamiento está fuera de lugar”.
En el extenso mensaje, Robbie expresó: “Creo que más del 50% o más no podría nombrar uno de mis discos, y mucho menos decir que compró una entrada para un concierto. No son más fans míos que de la Torre de Pisa o el Big Ben. Son fans de la fama. Pero no necesariamente de mí”.
“Estaba en otro vuelo hace poco charlando con la tripulación. Un almuerzo encantador. Me pidieron fotos y acepté. Luego vinieron más. Otros se quedaron a charlar en mi asiento. Uno de ellos no sabía qué decir y yo tampoco, pero dijo algunas palabras de todos modos. Luego vino la sorpresa: ‘Eres mucho más simpático que ... No quiso hacerse una foto con nosotros. Eso me erizó la piel”, escribió. “Cada interacción con extraños o incluso con gente que conozco bien me llena de incomodidad. Lo disimulo bien”, completó.